Una joven cuenta a su mamá una tarde que pasó con sus amigas en el centro comercial.

Mamá: Bueno, Luisita, ¿lo pasaste bien en el centro comercial?
Luisita: Sí, mamá, mis amigas compraron un regalo para su padre y yo compré unos zapatos.
Mamá: Para saber el tamaño de tus pies, ¿te los mediste o te los midió el empleado?
Luisita: No medimos mis pies, yo miré los zapatos que llevo y usé esa talla.
Mamá: Pero, ¿te los probaste antes de comprarlos?
Luisita: Sí, el empleado me ayudó y yo me los probé. Son zapatos muy cómodos, con tacones bajos.
Mamá: Muy bien, y ¿tus amigas compraron zapatos?
Luisita: No, ellas se probaron algunos pero no los compraron. En la sección de ropa, mis amigas compraron un suéter para su padre y te compré una blusa.
Mamá: ¿De veras? ¿Compraron la talla correcta?
Luisita: Sí, porque ellas midieron las mangas del suéter con una cinta métrica. El empleado nos miró un poco raro, pero está bien.
Mamá: Y su padre puede devolverlo si la talla es incorrecta.


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